Sesenta y cinco millones de personas viven hoy en día desplazadas forzosamente, cerca del 1% de la población mundial. Este flagelo, que pareciera ser una crisis reciente con el conflicto sirio y la crisis de migrantes en Europa, no es algo nuevo. Desde hace décadas muchas personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares huyendo de la violencia generalizada en su comunidad o región. En los últimos 25 años, la crisis tuvo como foco a tan sólo 10 conflictos, de donde proviene la mayoría de las víctimas de desplazamiento: Afganistán, Iraq, Siria, Burundi, la República Democrática del Congo, Somalia, Sudán, Colombia, el Cáucaso y la ex-Yugoslavia. Es indispensable brindar asistencia a quienes deben huir, para evitar las penurias que suelen enfrentar por su situación -pérdida de bienes, falta de oportunidades y acceso a servicios, ausencia de derechos legales-, como así también intervenir en las comunidades de acogida para que no se vean afectadas negativamente por el flujo de desplazados. En este sentido, el 19 de septiembre de 2016 la Asamblea General de la ONU adoptó por consenso la Declaración de Nueva York sobre refugiados y migrantes, donde se reitera el compromiso de la comunidad internacional con los derechos y la protección de esas personas. En el texto se pone énfasis en la proteger los derechos humanos de todos los refugiados y migrantes, aumentar la asistencia para los países más afectados, ayudar a personas desesperadas en crisis prolongadas, asegurar que los niños reciban educación e impulsar la financiación humanitaria y el reasentamiento de los refugiados
En Latinoamérica, el caso más resonante es el de Colombia. De acuerdo al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), este país es origen de más de 6 millones de desplazados internos, siendo superado en cantidad sólo por Siria. De todas maneras, se debe remarcar que en el caso colombiano muchos de ellos han permanecido en situación de desplazamiento por años y han logrado incluirse socioeconómicamente en regiones estables. Con el advenimiento del acuerdo de paz -alcanzado luego de cinco décadas de conflicto interno armado-, será necesario abordar medidas que encuentren solución para la población desplazada y evitar, de esta manera, tensiones en el proceso de reconstrucción de paz.
Para una comprensión abarcativa del conflicto de los desplazados en el mundo, el Banco Mundial, en asociación con ACNUR ha elaborado un estudio llamado “Forcibly Displaced – Toward a development approach supporting refugees, the internally displaced, and their hosts” (Las víctimas de desplazamiento forzado: Hacia un planteamiento del desarrollo en respaldo de los refugiados, los desplazados internos y las comunidades de acogida), en el que se observa el papel del desarrollo en la superación del problema. En él, se identifican tres fases en que las instituciones de desarrollo pueden intervenir para contribuir a la reducción de los costos de la crisis de desplazados: prevención y preparación, medidas a mitad de la crisis y reconstrucción de vidas. Para leer el documento ingrese a: Forcibly Displaced – Toward a development approach supporting refugees, the internally displaced, and their hosts